Así que lo mejor que nos podría pasar,
es que las relaciones sentimentales vinieran con fecha de caducidad, como los yogures.
Así sabríamos de antemano cual es la fecha del final, y no perderíamos el tiempo en inseguridades, sospechas, ni discusiones. Nos dedicaríamos a disfrutar cada momento hasta la última décima de segundo. Aunque, si lo piensas, lo bueno de no tener fecha de caducidad, es que nos permite seguir soñando con que, esta vez sí, ese yogur, pueda conservarse para siempre.
1 comentario:
Me encanta el texto!
Precioso:)
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